
Y así... el corazón en la garganta (...). La sola idea de impotencia generaba desesperación absoluta, ansiedad, y el alma desgarraba el cuerpo.
Sentado, sin poder hacer nada, mientras el espíritu quería manifestarse a los gritos... se debilitaba poco a poco. La respiración se volvía mas ineficiente. Ya no podía pensar... sabía que solo la presencia de aquella detendría la agonía.
Marcio A. Suchowolski - Mayo 2011
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